Había una vez una hermosa ciudad llamada Valencia, donde la pasión y la alegría se bailaba al ritmo del Forró, un baile nuevo que había llegado para enamorar a todos los corazones.
En cada rincón del casco antiguo, en los patios y en las plazas, se podía escuchar la melodía dulce y cadenciosa del acordeón, la zabumba y el triángulo, que invitaba a los valencianos a mover sus cuerpos al compás de la música.
Fue en una cálida noche de verano, cuando los primeros acordes de Forró resonaron por las calles empedradas. Los valencianos salieron curiosos a descubrir de qué se trataba ese nuevo y vibrante ritmo. Y así, el amor por el Forró comenzó a germinar en cada uno de ellos.
El baile del Forró se convirtió en una danza embriagadora, llena de complicidad y pasión. Las parejas se abrazaban, deslizaban sus pies al compás de la música y se dejaban llevar por su magia envolvente. Los cuerpos se movían en perfecta armonía, revelando los sentimientos más profundos.
Fue en ese abrazo apretado, en esa mirada cómplice, donde los corazones de los valencianos empezaron a latir al unísono. El Forró se convirtió en el cómplice perfecto para que el amor floreciera en cada paso y cada giro, en cada nota que llenaba el aire.
Las sonrisas se dibujaban en los rostros de los valencianos mientras danzaban, y era imposible resistirse al embrujo de este baile que traspasaba barreras y derribaba miedos. El Forró era un lenguaje universal que unía a todas las almas, sin importar idiomas ni diferencias.
Y así, el Forró se convirtió en el hilo invisible que conectaba a las personas, en el puente que construía historias de amor entre desconocidos. Las miradas se encontraban, las manos se entrelazaban y los corazones latían al unísono, atrapados por la magia de este baile que había conquistado a Valencia.
En cada rincón de la ciudad, se podía sentir el amor que el Forró había dejado en el aire. Las parejas bailaban, se enamoraban y encontraban la felicidad en los compases de esta danza. Valencia se convertía así en un lugar donde el amor se respiraba en cada esquina, gracias al hechizo del Forró.
Y así, entre risas, abrazos y bailes, los valencianos se enamoraron del Forró, un baile que les había robado el corazón y les había mostrado que el amor puede encontrarse en los lugares más inesperados. Y desde aquel día, Valencia se convirtió en la ciudad del amor y del Forró, donde las historias de amor se escribían en cada baile y en cada acorde.
Valencia es una ciudad que se destaca por su diversidad cultural y su vibrante escena musical y de baile. Esto la convierte en un lugar ideal para bailar Forró.
En Valencia, encontrarás una comunidad activa de amantes del Forró que organizan eventos regulares, como clases, prácticas y fiestas temáticas
Todo comenzó con la llegada de un Brasileiro a Valencia, con un profundo sentimiento de saudade por bailar Forró. La música y la exquisita comida brasileña ya se encontraban presentes, pero faltaba el baile. Ante este desafío en una ciudad nueva, donde el Forró era desconocido, solo había una solución: enseñar a la gente bailar!
Con ilusión y pasión desbordantes, comenzó aquel Brasileiro a enseñar Forró, en su hermoso refugio en Valencia.
Y este Brasileiro se llama Rodrigo.